VÍDEO TRÁILER

SEGUNDO ACTO

ESCENARIO VACIO. COMPLETAMENTE NEGRO. SUENA EL "ALELUYA", GRANDIOSO, CELESTIAL, ENVOLVENTE, LLENANDO LA SALA. DE ARRIBA DESCIENDE, SUJETA POR UN ARNES, EVA ATAVIADA COMO UNA PROSTITUTA ANGELICAL, DE PUNTA EN BLANCO: ZAPATILLAS DE BALLET BLANCAS, MEDIAS BLANCAS SUJETAS CON LIGUERO Y LIGAS BLANCAS. NEGLILLE BLANCO SUMAMENTE ESCOTADO, CON PUSH— UP, Y ENORMES ALAS DE ANGEL.

EVA SE POSA SUAVEMENTE EN MEDIO DE ESCENA, ILUMINADA POR UN HALO CELESTIAL. PERMANECE QUIETA UN MINUTO, CON LAS MANOS JUNTAS EN POSICION DE REZO, CUAL APARICION DIVINA. SE DESVANECE LA ILUMINACION CELESTIAL EN SINCRONIA CON LA MUSICA.

EVA "DESPIERTA" DEL TRANCE SANTORAL. SE DESABROCHA EL ARNES Y HABLA.

EVA:
— Así que les dijeron que yo soy la mala de la película.

EVA SE MUEVE SINUOSA POR EL ESCENARIO, COMO UNA SOBERBIA CRIATURA QUE HACE GALA DE SU BELLEZA, ADUEÑANDOSE DE SUS NUEVOS DOMINIOS.

— ¿Yo? ¿Moi? ¿I? ¿ío?

— Yo, Eva, que soy tan...hermosa, exquisita, deliciosa, atractiva, formidable, estupenda, soberbia.

— Yo, Eva, que estoy tan...buena, tan divina, tan rica, tan bien formada, tan voluptuosa, tan... (TARAREA Y SE CONTONEA) Tan tan tan tan.
EVA BAJA HASTA EL PUBLICO, MIENTRAS SE ENCIENDEN LAS LUCES DE LA SALA. EVA DESFILA INSINUANTE, CON EL DEDO EN LA BOCA. COLOCA UN PIE SOBRE EL REPOSABRAZOS DE UN ASIENTO OCUPADO Y HACE ADEMAN DE ACOMODARSE LA MEDIA, ACARICIANDOSE LA PIERNA. REPITE LA OPERACION EN OTRO ASIENTO LEJANO. RECORRE LA SALA ARRIBA Y ABAJO. SE SIENTA EN LAS PIERNAS DE ALGUN ESPECTADOR PARTICULARMENTE SERIO Y LE PREGUNTA, MIMOSA.

— ¿Tú de verdad crees que yo soy la mala de la partida?

SE LEVANTA Y SUBE AL ESCENARIO.

— ¿Ustedes lo creen?

SE APAGAN LAS LUCES DE LA SALA MIENTRAS DESCIENDE, EN MEDIO DE ESCENA, UN COLUMPIO EN FORMA DE MEDIA LUNA BLANCA. EVA SE SUBE CON GRACIA Y SE BALANCEA.

— Yo, Eva, a pesar de lo que muchos de ustedes creen... (SE INTERRUMPE Y SEÑALA AL PUBLICO) Sí, señora, es con usted. Sí, sí, no se me haga la loca, que es con usted, la señorona estirada que murmura allá en la novena fila...

— Yo, pues, decía no soy ninguna puta. (EVA SE PEGA EN LA BOCA). ¡Ay, qué grosera, Eva! Mira que esto es un teatro decente, con un público muy distinguido, y aquí no se puede hablar así con vulgaridades. Además que tú ahora estás en el cielo, creo...

(SONRIE Y DISFRUTA MECIENDOSE)

— Pero bueno, el caso es que yo, Eva, no soy ninguna puta, ramera, casquivana, extraviada, perdida, meretriz, cortesana, tumba esposos, roba maridos... ¡Barragana, como decía Piñerúa! ¿Se acuerdan? (CANTA) ¡Barragana, correcto! ¡Piñerúa, correcto!

— Yo, Eva, lo que soy es una coleccionista de erecciones. Millardos y billones de espermatozoides se han vuelto locos en mi nombre. Tan tiernos esos cabezones moviendo sus colitas. Tan lindos y tan mal que huelen, ¿no?

SE MECE MOVIENDO LAS PIERNAS EN EL AIRE, CUAL NIÑA TRAVIESA.

— Yo, Eva, facilitadora, anfitriona y promotora del deseo. Sujeto, verbo y predicado del sexo. Por cierto, ya que hablamos de gramática, el grama— sutra y todos esos libros ilustrados, yo siempre me he preguntado si los verbos copulativos...¿se acuerdan de los verbos copulativos, verdad? Lengua y Literatura de Séptimo Año. Bueno, a ver si alguno de ustedes sabría responderme. Aquí, en este distinguido público tiene que haber algún profesor o alguna maestra... ¿Los verbos copulativos...harán el amor?

EVA SE COLUMPIA CADA VEZ MAS FUERTE HASTA QUE SE MAREA Y SE BAJA CON DIFICULTAD

— Ay, estoy mareada ¿Estaré preñada? (SACA CUENTAS CON LOS DEDOS Y MUEVE LA BOCA EN SILENCIO) ¡No, ni de vaina!

EL COLUMPIO HA SIDO SUSTITUIDO POR UN BUTACON MUY MULLIDO, BLANCO, SIN RESPALDO, COQUETO Y SENSUAL. EVA SE SIENTA. DE ENTRE LOS COJINES BLANCOS SACA UN VAPOROSO ABANICO BLANCO Y SE ECHA AIRE CON MUCHO GARBO.

— Yo, Eva, amada, sí; amante, sí; amada amante, como la canción de Roberto Carlos, sí que sí; amadísima y amantísima, uffffffff; mamadísima y mamantísima, ¡también, guao!

EVA SE TAPA LA CARA CON EL ABANICO.

— Yo, Eva, fruta dulcita, jugosa y prohibida. Mujer de Adán, el original, y de todos los Adanes. Mujer de Caín y Abel ¡Ay, ellos se peleaban tanto por mí, aunque el antiguo testamento no lo mencione! Mujer de Noé, Moisés y hasta del mismísimo Abraham. Avenida Abraham Lincoln, hotel Ambasador, habitación seis, nueve, nueve, seis.

— Yo, Eva, hembra complaciente y fogosa, odalisca enamorada, me describió el poeta a mí y no al Avila, como se piensa ¿okey? Musa, fetiche, compañera de coito, colega de cópula, artífice de la fornicación y el himeneo. (INTERRUMPE EL ABANICAMIENTO Y ESPETA AL PUBLICO). Ah, para que vean que yo también manejo mi léxico ¿Entendieron? Porque la gente siempre dice: pobrecitas las amantes, son tan brutas ¡Putas, sí. Brutas, no! ¡Por favor, no sean simplistas!

SE ABANICA DE NUEVO. SE DETIENE CAPRICHOSA. CIERRA EL ABANICO CON UN MOHIN.

— Ay, tengo sed.

DE INMEDIATO, UN ANGEL CON ENORMES ALAS, ALTO, ESBELTO, RUBIO, MUSCULOSO Y FORNIDO, VARONIL, APENAS VESTIDO CON UN MINUSCULO TAPARRABOS BLANCO, ENTRA PRESUROSO A ESCENA TRAYENDO UN VISTOSO COOLER BLANCO CON LARGO PITILLO BLANCO. SE LO EXTIENDE A EVA, QUIEN LO AGARRA, BEBE, AGRADECE Y LE DA UNA SONORA NALGADA AL ANGEL QUE ABANDONA TURBADO EL ESCENARIO.

— ¿No se los dije? ¡Estoy en el cielo!

EVA DA OTRO SORBO, ESTA VEZ MAS LARGO. SE DIRIGE DESAFIANTE AL PUBLICO.

— ¿Qué? ¿Tienen sed? ¡Pues aguántense!

BEBE OTRA VEZ, HACIENDO RUIDO. SORBE Y NO LE SALA MAS NADA. DESTAPA EL COOLER Y LO PONE, VACIO, BOCA ABAJO.

— ¡Jey, Angel!

EL ANGEL VIENE CORRIENDO Y RETIRA EL COOLER VACIO, CUIDANDOSE DE NO DARLE LA ESPALDA A EVA. SALE DE ESCENA.

— Si así son los mesoneros, ¿se imaginan cómo será el Room Service?

— Con tantas interrupciones, una pierde el hilo. Ah, ya sé lo que me molesta. Estas alas pesan. ¡Angel!

EL ANGEL ENTRA CORRIENDO Y LE RETIRA CUIDADOSAMENTE LAS ALAS. SE LAS LLEVA.

— Me acabo de quitar un peso de encima ¿Ven? Esto es lo que me hacía falta.

— Ahora sí, ¿en qué estábamos?

EVA SE LLEVA EL DEDO A LA BOCA Y PIERDE LA MIRADA, COMO RECORDANDO. RETOMA SU PAPEL Y CONTINUA. SE RECUESTA AHORA COMODAMENTE, REMEMORANDO A LA MAJA DESNUDA DE GOYA.

— Yo, Eva, hija de Eros, maja desnuda ¿te acuerdas, Goya? Mujer por los cuatro costados. Fémina por el norte, diosa por el sur, reina del este y bruja mala del oeste.

EVA SE LEVANTA Y CAMINA HASTA EL BORDE DEL ESCENARIO.

— Yo, Eva, que soy la perdición de los ángeles, arcángeles y Miguelángeles.

EVA RECORRE EL BORDE DEL ESCENARIO, CUAL ACROBATA, CON LOS BRAZOS EXTENDIDOS, JUGANDO A HACER EQUILIBRIO.

— Yo, Eva, caminadora divina y no hay dios que falte.

EVA SE SIENTA EN UN EXTREMO, AL BORDE DE ESCENA, BALANCEANDO LAS PIERNAS HACIA EL PUBLICO.

— Yo, Eva, la jeba de Adán, que pongo a sudar, suda que suda, al mismísimo Lucifer, alias Belcebú, príncipe de las tinieblas.

SE APAGAN TODAS LAS LUCES DEL TEATRO. EVA ESPERA UN TIEMPO PRUDENCIAL Y EXCLAMA, A OSCURAS.

— ¿Qué, no me digan que se me asustaron? ¿Le tienen miedo a la oscuridad, a las penumbras, a las tinieblas? ¡Si así oscurito se está bien rico y una no sabe quien la está agarrando!

SE ENCIENDE UN SEGUIDOR DE LUZ MUY TENUE, ABSOLUTAMENTE FOCALIZADO SOBRE EL ROSTRO DE EVA.

BURLONA
— Ya las beatas iban a salir corriendo del teatro. Tranquilas, señoras, que el diablo no aparece en el elenco de esta obra. Bueno, por ahora...

— Yo, Eva, mujer primigenia, la original del pecado original, la que mordió la manzana prohibida y la serpiente de Adán.

— Yo, Eva, la inspiración de Marilyn Monroe; Lorena Bobbit; Mónica Lewinsky; Salomé; Mata Hari; Cleopatra; María Antonieta, cuando la nombro a ella me duele la cabeza y el cuello; María Lionza, salve, reina; Frida, pata podrida; Rita Hayworth; Marlene Dietrich; Carmen Miranda, Eva Braun, Eva Perón...

EVA, DE REPENTE, ROMPE LA ENSOÑACION Y AGRIA LA CARA.

— ¿Blanca Ibáñez, Cecilia Matos? ¡Guácala, ay, no!

VUELVEN LAS LUCES DE ESCENA Y VEMOS AHORA UNA SUNTUOSA PEINADORA BLANCA, CON ESPEJO DE CARA AL PUBLICO. UN MULLIDO TABURETE BLANCO Y UN PARABAN BLANCO DE TRES ALAS QUE APENAS CUBRIRA A EVA DESDE LA MITAD DE SUS SENOS HASTA LA PARTE MAS ALTA DE SUS MUSLOS.

EVA SE SIENTA EN EL TABURETE, DE ESPALDAS AL ESPEJO Y DE CARA AL PUBLICO.

— Yo, Eva, asediada, perseguida, envilecida.

— Yo, Eva, envidiada por todo un ejército de mujercitas, pobrecitas, lastimositas (GESTICULA CON LOS DEDOS), así, esmirriaditas, empequeñecidas, disminuidas, chirriquiticas, mujercitas en minúsculas.

— ¡Angel!

EL ANGEL VA COLOCANDO, CUAL NIÑO JUGANDO, MIENTRAS EVA CONTINUA HABLANDO, UNA FILA DE MUÑEQUITAS MINIMAS, VESTIDAS TODAS DIFERENTES, AL BORDE DEL ESCENARIO.

— Espositas; casaditas; matrimoniaditas; concubinitas; queriditas; arrejuntaditas; infelices, inseguras; sacrificadas en nombre del amor; maltrechas en nombre del "sí acepto"; envejecidas en nombre del "hasta que la muerte nos separe"; arrugadas; encanecidas; resecas; amargadas; vacías; disecadas; desesperadas; desesperanzadas; atrapadas; encadenadas; asfixiadas; derrotadas por el paso de los años y el peso insostenible del yugo conyugal.

— Sometiditas. Resignaditas. Muerticas de miedo en vida. Sacrificaditas. Y lo peor es que todas te dicen lo mismo. Ay, es que yo me calo todo esto por mis hijos. Cuando crezca, huyo. Cuando se gradúen en la universidad, me separo. Cuando mis hijas se casen, me libero. ¡Mentiras, señoras! El asunto con toditicas ustedes es hasta que se queden viudas o el divorcio las separe. Y después, después vienen los nietos y ahora es cuando. Vuelta a cambiar pañales, destapar compotas y tener la casa boca abajo. ¡Ustedes están condenadas de por vida y me perdonan que se los recuerde! ¡Angel!

EL ANGEL HA TERMINADO SU LABOR Y HA SALIDO DE ESCENA. RESPONDE AL LLAMADO DE EVA TRAYENDOLE UNA GUIA TELEFONICA QUE ELLA HOJEA Y LEE EN VOZ ALTA.

— Señora de...Arévalo (EVA LEVANTA LA VISTA AL PUBLICO Y SE DIRIGE A ELLOS) Señoras, por favor, al ser nombradas, pónganse de pie y digan "presente".

EVA ENUMERA LOS APELLIDOS HACIENDO LAS PAUSAS NECESARIAS EN ESPERA DE RESPUESTA.

— Señora de Arévalo; señora de Bustamante; señora de Ceballos; señora de Díaz; señora de Escalante; señora de Fernández; señora de García; señora de Hinojosa; señora de López; señora de Mendoza; señora de Núñez; señora de Ortega; señora de Pérez; señora de Quesada; señora de Rodríguez; señora de Sánchez; señora de Tellechea; señora de Urbina; señora de Velázquez; señora de Yánez; señora de Zerpa. ¡Angel!

EVA DEJA DE PASAR LISTA Y LLAMA AL ANGEL, QUIEN APARECE ARRASTRANDO UN MANIQUI FEMENINO CON TRAJE DE NOVIA, QUE COLOCA DE PIE, A UN COSTADO DE EVA. EL ANGEL AGARRA LA GUIA TELEFONICA Y SE LA LLEVA. VUELVE DE INMEDIATO CON UN MANIQUI MASCULINO VESTIDO DE NOVIO QUE COLOCA CONTIGUO A LA NOVIA.

— ¡Angel!

EL ANGEL SALE CORRIENDO Y VUELVE CON UNAS ESPOSAS POLICIACAS QUE ENTREGA A EVA. EVA SE PONE DE PIE Y LAS ALZA TEATRALMENTE, PAVONEANDOSE CON ELLAS EN ALTO POR EL ESCENARIO. EL ANGEL SE HA RETIRADO. EVA SE DETIENE AL LADO DE LA PAREJA NUPCIAL Y EXCLAMA.

— ¡Esposas! Es-po-sas ¡Esposas!

SE COLOCA FRENTE A LOS NOVIOS Y LES PONE LAS ESPOSAS, MIENTRAS DECLARA.

— Yo los declaro marido y esposa.

EVA SE PONE DE FRENTE AL PUBLICO Y EXCLAMA.

— ¡Esposados! Dos esposados.

EVA SE SIENTA EN EL TABURETE, FRENTE A LA PEINADORA Y DE ESPALDAS AL PUBLICO, QUIEN LA OBSERVA REFLEJADA EN EL ESPEJO.

— ¡Angel, retíralos de mi vista!

EL ANGEL, PRESUROSO, ARRASTRA A LOS MANIQUIES FUERA DE ESCENA. EVA SE CONTEMPLA EN EL ESPEJO CON NOTABLE COMPLACENCIA. LE GUSTA LO QUE VE. SE SONRIE A SI MISMA. EL ANGEL REGRESA CON EL TIPICO RAMO DE NOVIA. SE LO ENTREGA A EVA, QUIEN LO LANZA AL PUBLICO.

— ¡Ahí va la próxima...pendeja! ¡Enamórense, pues, pero no se amarren! ¡Aprendan!

EVA CANTA EL TEMA DE SERRAT.
—Porque la quería, no quiso papeles. Porque la quería...

EL ANGEL SE HA RETIRADO Y EVA COMIENZA A QUITARSE EL MAQUILLAJE CON UNA CREMA LIMPIADORA, MIENTRAS HABLA AL PUBLICO, VIENDOLO A TRAVES DEL ESPEJO.

— Yo, Eva, lo que soy es una gran incomprendida. Miren, no quiero aburrirlos y eso que yo misma ya estoy cansada, pero creo que me sale explicarme. Ahora es mi turno., como quien dice, mi derecho a réplica.

— Yo, Eva, la amante, esa criatura tan desprestigiada, soy un personaje histórico, bíblico, necesario. Sin mí la vida sería muy aburrida...

— Yo, Eva, soy prima lejana de María Magdalena. Y, dénse cuenta, hemos mejorado con el tiempo. Las amantes somos fieles creyentes y seguidoras de Carlitos Darwin, la supremacía de la más puta y la evolución de las especies.

EVA SE QUITA LOS ZARCILLOS Y CEPILLA SU CABELLO.
AL NATURAL, LUCE DIFERENTE, AUNQUE ESPLENDOROSA.

— Nuestra historia inmemorial se remonta a los cavernícolas, cuando teníamos que pelear a garrotazo limpio para conseguir macho; la leyenda del paraíso perdido; la Torre de Babel; Sodoma y Gomorra; el Pasapoga y el Tropicana.

EVA SE LEVANTA Y SE COLOCA TRAS EL PARABAN, DANDO LA CARA AL PUBLICO, MIENTRAS SE DESVISTE.

— ¡Angel!

EL ANGEL CORRE A SU LADO SOSTENIENDO Y DOBLANDO CUIDADOSAMENTE LA ROPA QUE ELLA SE QUITA Y LE ENTREGA.

— ¿Que...qué buscaba en mí tu Miguelángel, María? ¡Pues... todo aquello que tú le negabas!

— ¡Así de simple, colega!

— Amor, pasión, entusiasmo, creatividad, entretenimiento, complicidad, diversión, comprensión, variedad...¡y unas mamadas divinas!

— No, en serio, compatriota ginecológica, hermanaza de hormonas, compañera de sangre, y digo sangre por las menstruaciones, más nada. Mi secreto con tu Miguelángel era que yo lo escuchaba, de verdad— verdad lo escuchaba, lo animaba, lo sorprendía, lo retaba, lo sacudía como un teremoto, entraba en erupción como un volcan.

— Y, lo más importante, no lo abrumaba con quejas y problemas domésticos, que si no me alcanza el presupuesto o que si la vida está cara. Ese es tu papel de esposa frígida, sufrida y llorona. La víctima, protagonizada por la señora María de Miguelángel.

— Coño, panita, yo, Eva, la putica pendeja de la partida, simplemente no dejaba que la rutina y la fuerza de la costumbre me ahuevonera a Miguelángel. ¿Cómo? ¡Ah, no, mujercita, esas son mis mañas, mis virtudes diferenciales, como dicen los publicistas, mis recursos, destrezas y habilidades específicas.

EVA SE HA QUEDADO COMPLETAMENTE DESNUDA TRAS EL PARABAN. EL ANGEL SE HA RETIRADO CON SU ROPA. EVA JUEGA A ASOMAR PARTES DE SU CUERPO CON SENSUALIDAD Y MALICIA. CUANDO SE CANSA LLAMA AL ANGEL.

— ¡Angel, tengo frío!

EL ANGEL RETORNA CORRIENDO CON UNA BATICA BLANCA, MINIMA, DE SATEN. SE LA ENTREGA. EVA SE LA PONE Y SE COLOCA DELANTE DEL PARABAN. EL ANGEL SE RETIRA.

— ¡Angel! ¿Y a ti quién te ha dicho que te vayas?

EL ANGEL REGRESA COMO UN PERRITO REGAÑADO. SE COLOCA DELANTE DE EVA, SUMISO Y CABIZBAJO. ELLA LE ACARICIA EL CABELLO.

— Angel, a ver, así, cierra los ojos.

CON UN SOLO MOVIMIENTO, EVA LE ARRANCA EL TAPARRABOS AL ANGEL, QUIEN HUYE DE ESCENA, AZORADO.

— ¡Así te quería ver, Angelito, con esas nalgas bien blancas y el pipicito pequeñito!

EVA SE SIENTA EN EL TABURETE DE LA PEINADORA Y HABLA.

— Ser la amante es un trabajo a dedicación exclusiva, a tiempo completo. Levantarse a un tipo sí es simple, okey, pero conservarlo, quedártelo, mantenerlo ahí pegado y comiendo en tu mano, éso hay que ganárselo.

— Porque no sólo es estar buena.

EVA SE LEVANTA Y DA UN GIRO DE 360º, ADMIRANDOSE.

— Las amantes somos y tenemos que ser mucho más inteligentes y talentosas que las esposas. ¿Por qué? ¡Coño, porque pasamos mucho menos tiempo con el hombrecito y debemos resultar memorables! Encantadoras. Calientes. Sorpresivas. Emocionantes. ¡Inolvidables! Para que vuelvan por más, mañana y el otro día y el otro y el otro, también.

— ¿Por qué? Porque en ese poquitico tiempo, jamás nos quejamos ni reclamamos nada. ¿Ladilladas? ¡Nunca! ¿Aburridas? ¡Ni de vaina! ¿Que quieres hacerme qué? ¡Vamos a echarle bolas! ¿Que me lo vas a meter por dónde? ¡Eso es dándole!

— Oye, pero aquí entre nosotras...

EVA ACERCA EL TABURETE AL BORDE DEL ESCENARIO Y TUMBA CON SUS PIES LAS MUÑEQUITAS QUE TIENE CERCA.

— Aquí, entre nosotras, estar buena es peligroso ¡Si a mí hasta me mataron por estar buena! Coño, y me dolió, sabes, María (SE SOBA EL COSTADO).

— Estar buena, cansa. Gimnasio. Dieta. Las pastillas esas que se comen la grasa y hacen que te cagues encima. Lipoescultura. Vendas frías. Masajes. Tratamientos con láser. Crema antiarrugas. Thalasoterapia. Lociones humectantes. Cuidado con la celulitis en el culo y la piel de naranja en las tetas. Aprieta duro esa cuchara. Si te aflojan los músculos vaginales, pierdes... ¡Coño, y depilarse! (SE PASA LAS MANOS POR LAS PIERNAS).

— A las amantes todo el mundo nos juzga a la ligera, desde afuera, sin saber la verdad ni importarles. Las amantes servimos, entre otras cosas, para protagonizar obras de teatro y telenovelas. Curas, periodistas, maestros, abogados. Todos tienen una opinión formada sobre las amantes. Coño y cómo nos miran, cómo nos morbosean, cómo nos bucean y desean, con esos ojos puyúos y la lengua afuera, babeándose como los propios perros...pero sin tener las santas bolas de intentar algo, en serio, con nosotras. De establecer contacto y decirnos una frase medianamente inteligente. Sin piropos baratos ni silbidos, ya que no somos perras, ni burras. Tan sólo hembras.

— ¡Fariseos, cobardes, hipócritas! ¡Por una puta vez en sus aburridas vidas, intenten hacer algo memorable! ¡Protagonicen su propia aventura, realicen su fantasía sexual secreta, disfrácense de bomberos y tiren hasta que se quemen de las ganas, carajo, regálense una noche loca!

EVA BOSTEZA. SE TAPA LA BOCA. MUEVE LA CABEZA INTENTANDO ESPABILARSE.

— Perdónenme, estoy cansada. A una no la atropellan todos los días ni la remantan pasándole la camioneta por encima.

EVA CAMBIA DE REGISTRO. SERIA. GRAVE. PAUSADA.

— Hay hombres que van al psicólogo y hay hombres que van al gimnasio.

— Yo, Eva, fui ambas cosas para Miguelángel.

CONFESIONAL. EMOTIVA. SINCERA. SENTIDA. SIN NINGUNA POSE.

— Yo lo quise a mi manera. Y el poco tiempo que pasamos juntos, no me lo quitas tú, María, ni me lo quita nadie.

— De verdad, valió la pena. Y si este es el precio que debo pagar, no me importa nada. ¡Es una ganga!

— Lo mío con Miguelángel fue intenso. Demasiado hermoso. Arrecho. Y no se quedó sólo en la piel, María.

— A Miguelángel lo llevo tatuado en el alma. (SE GOLPEA EL PECHO). Miguelángel es un piercing que se me clavó en las entrañas. Y no sale, no se quita, no se desprende. Y es rico. Y es dulce. Y duele. Aunque ahora tan sólo sea un recuerdo que me hace sonreir y me reconforta. Estemos donde estemos y venga lo que venga. Mucho después que se congele el infierno, yo, aquí adentro (SE ABRAZA ELLA MISMA), seguiré llevando a Miguelángel.

CONVINCENTE. INTIMA. HUMANA. POETICA.

— Yo no te robé nada, María.

— ¡Nadie pertenece a nadie!

— Y si lo pudiera hacer, volvería a amar otro millón de veces a Miguelángel.

— Porque ahora lo sé y te lo digo con absoluta certeza, no hay paraíso ni infierno, ni nadie que hasta allí nos mande.

— Tan sólo hay Evas, Marías y Miguelángeles.

EVA SE PONE DE PIE. ARRASTRA CONSIGO EL TABURETE, RUIDOSA Y PESADAMENTE, HASTA LA MITAD DEL ESCENARIO. SE COLOCA DE CARA AL PUBLICO, DE PIE, ALTIVA, Y CONCLUYE.

— Yo, Eva, no me arrepiento de nada.

TELON CIERRA.

FIN.
©Caracas, Enero 07, 2010
Edith Márquez Mora & Javier Miranda-Luque